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Los trabajadores de montaje de aviones se declararon en huelga el viernes en las fábricas de Boeing en Washington, Oregon y California después de que los miembros del sindicato rechazaran por abrumadora mayoría un contrato provisional que habría aumentado los salarios un 25% en cuatro años.
El paro, en que participaron 33.000 maquinistas, no interrumpirá los vuelos comerciales de forma inmediata, pero se anticipa que paralice la producción de los aviones más vendidos de Boeing, lo que supone otro revés para una empresa que ya se enfrenta a una reputación dañada y a pérdidas financieras.
Las acciones de Boeing bajaron un 2,2% en las operaciones de la mañana, con lo que sus pérdidas en lo que va de año ascienden al 38,9%.
La huelga comenzó menos de tres horas después de que la rama regional de la Asociación Internacional de Maquinistas y Trabajadores Aeroespaciales (IAM, por sus siglas en inglés) dijera que el 94,6% de los trabajadores con derecho a voto había rechazado la recomendación de su comité de negociación de aprobar el contrato propuesto y el 96% había apoyado la huelga.
Poco después de medianoche, los trabajadores se plantaron frente a la fábrica de Boeing en Renton, Washington, con pancartas en que se leía: “Contrato histórico para nada” y “¿Has visto los malditos precios de la vivienda?” Sonaban bocinas de coches y un estéreo portátil reproducía canciones como “We’re Not Gonna Take It” de Twisted Sister y “Look What You Made Me Do” de Taylor Swift.
Varios trabajadores estaban molestos por la reciente decisión de la empresa de cambiar los criterios de pago de las primas anuales. Muchos dijeron que consideraban inadecuada la oferta salarial dado lo mucho que ha aumentado el costo de la vida en el noroeste del Pacífico. El fabricante de herramientas John Olson, de 45 años, dijo que había recibido un aumento del 2% durante sus seis años en Boeing.
“El último contrato que negociamos fue hace 16 años y la empresa está basando los aumentos en los salarios de hace 16 años”, dijo Olson. “Ni siquiera se mantienen al día con el costo de la inflación que se está produciendo ahora mismo”.
Los maquinistas ganan un promedio de 75.608 dólares al año, sin contar las horas extra, y con la oferta llegarían a los 106.350 dólares al final del contrato de cuatro años, según Boeing.
Sin embargo, la oferta no satisfacía la petición inicial del sindicato de un aumento salarial del 40% en tres años. El sindicato también quería restablecer las pensiones tradicionales suprimidas hace una década, pero se conformó con un aumento de las nuevas aportaciones de Boeing a las cuentas de jubilación 401(k) de los empleados de hasta 4.160 dólares por trabajador.
Bajo los términos del contrato que rechazaron, los trabajadores también habrían recibido pagos de 3.000 dólares y una reducción en su aporte a su plan de gastos médicos. Además, Boeing había cumplido una exigencia sindical clave al aceptar construir su próximo nuevo avión en el estado de Washington.
El líder del sindicato local, Jon Holden, presidente del Distrito 751 de la IAM, dijo que el sindicato haría un sondeo entre sus afiliados para decidir qué temas serán prioritarios cuando se reanuden las negociaciones. Boeing respondió al anuncio de huelga diciendo que estaba “dispuesta a volver a la mesa para alcanzar un nuevo acuerdo”.
“El mensaje fue claro: el acuerdo tentativo que alcanzamos con la dirección del sindicato no era aceptable para sus miembros. Seguimos comprometidos a restablecer nuestra relación con nuestros empleados y el sindicato”, dijo la compañía en un comunicado.
Muy pocas cosas le han salido bien a Boeing este año, desde la rotura de un panel que dejó un enorme agujero en uno de sus aviones comerciales en pleno vuelo en enero, a la decisión de la NASA de dejar dos astronautas en el espacio antes de que regresasen a la Tierra en una cápsula plagada de problemas fabricada por la compañía.
Los maquinistas en huelga ensamblan el 737 Max, el avión de pasajeros más vendido de Boeing, junto con el 777 y el 767 de carga. Es probable que la huelga no detenga la producción de los 787 Dreamliners de Boeing, que construyen trabajadores no sindicalizados en Carolina del Sur.
La huelga privará a Boeing de la vital liquidez que obtiene al entregar sus pedidos a las aerolíneas. Será un desafío más para el nuevo director general, Kelly Ortberg, quien hace seis semanas recibió el encargo de enderezar el rumbo de una firma que ha perdido más de 25.000 millones de dólares en los últimos seis años y ha quedado por detrás de su rival europeo, Airbus.
Ortberg hizo un esfuerzo de última hora para salvar un acuerdo que había sido respaldado de forma unánime por los negociadores sindicales. El miércoles, dijo a los maquinistas que “nadie gana” con un paro, y que una huelga pondría la recuperación de Boeing en peligro y plantearía más dudas sobre la empresa a ojos de sus clientes.
“Para Boeing, no es ningún secreto que nuestro negocio atraviesa un periodo difícil, en parte debido a nuestros propios errores en el pasado”, manifestó. “Trabajando junto, sé que podemos volver al buen camino, pero una huelga pondría en peligro nuestra recuperación compartida, erosionando más aún la confianza de nuestros clientes y perjudicando nuestra capacidad para determinar nuestro futuro juntos”.
Ortberg se encontraba en una situación difícil, según el líder sindical Holden, porque los maquinistas estaban resentidos por el estancamiento de los salarios y las concesiones que han hecho desde 2008 en materia de pensiones y asistencia sanitaria para evitar la deslocalización de empleos por parte de la empresa.
“Se trata de respeto, se trata del pasado y se trata de luchar por nuestro futuro”, dijo Holden al anunciar la huelga.
Dependiendo de la duración de la huelga, la suspensión de la producción de aviones podría resultar costosa para la atribulada Boeing. Una huelga de ocho semanas en 2008, la más larga en Boeing desde un paro de 10 semanas en 1995, le costó a la empresa unos 100 millones de dólares diarios en ingresos diferidos.
Antes que se anunciara el acuerdo provisional el domingo, Sheila Kahyaoglu, analista aeroespacial de Jefferies, calculaba que una huelga le costará a la empresa unos 3.000 millones de dólares, basándose en la huelga de 2008 más la inflación y los índices actuales de producción de aviones.
Solomon Hammond, de 33 años, otro fabricante de herramientas de Renton, dijo que estaba dispuesto a permanecer en huelga indefinidamente para conseguir un contrato mejor.
La oferta de Boeing “simplemente no se ajusta al clima actual. Los salarios son demasiado bajos”, dijo Hammond. “Gano 47 dólares la hora y vivo al día. Todo cuesta más”.